12 abr 2010

Una triste visita

26 de Agosto de 2006 Sábado 

Hoy me fui a visitar a Gina para saber cómo estaba. Cuando llegué a su casa, su mamá me abrió la puerta, se veía cansada y decaída; sin embargo, me saludó amablemente, también la saludé y le di el pésame. Me dejó entrar y me dijo que Gina me estaba esperando en su cuarto. Mientras iba a su habitación, sentía mucha melancolía y triste en el ambiente. Al llegar a la habitación, Gina estaba ahí muy triste haciendo su tarea. Toqué la puerta para decir que estaba ahí y le sonreí con una ligera tristeza en mi boca y ojos. Ella se fue a abrazarme y le di el pésame por lo que había pasado... Cuando me miró, noté que sus ojos estaban muy rojos por haber llorado. Estuvimos conversando de cómo fue la misa, etc,etc. La veía muy decaída; así que, para cambiar de tema, le pregunté qué tarea estaba haciendo. 

Le ayudé en la tarea que estaba realizando y, al mismo tiempo, ella me ayudaba, porque yo aún no había hecho. Mientras estábamos haciendo la tarea, trataba de alegrarla con algunos comentarios y parecía que se alegraba; aunque, para ser sincero, aún no sé cómo habrá estado por dentro, espero que en verdad haya estado alegre. No nos dimos cuenta y, al terminar la tarea, se hizo tarde. Como no le había pedido permiso a mis papás, tenía que llegar lo antes posible. Me despedí de ella, pero, cuando estaba a punto de salir, ella me agarró de la mano y me pidió que me quedara más tiempo. Me dolió verla de esa manera, y llamé a mis papás para decirles que estaba haciendo la tarea con Gina. Sacó una antigua consola y estuvimos jugando por un buen rato. Pude notar cómo es que ella se apegaba más a mí, como si fuera una niña perdida. Además, me sentía muy triste, porque sentía que Gina nunca más iba volver a ver a su papá. 

Cuando era hora de irme, me despedí de ella y me abrazó muy fuerte como si tuviera miedo de perderme. De camino a mi casa, estaba pensando en hacerle una sorpresa a Gina para hacerla sentir mejor, pero no se me ocurrió nada. Además, por alguna extraña razón, cuando estaba a medio camino, un hombre me silbó y me guiñó el ojo. Al llegar a mi casa, mis papás me regañaron un poco por no haberles pedido permiso. Les conté lo que pasó con el papá de Gina y me entendieron... Después en mi cuarto, por alguna razón, la cara de Gina aparecía en mi cabeza, pero siempre la veía triste. Lo último que pensé es que Gina no había llorado en todo el tiempo que la estuve acompañando. Tal vez se aguantó las ganas o ya había llorado mucho. 

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