11 mar 2010

Confusión antes de la promesa

19 de Agosto de 2006 Sábado

Ayer, viernes, todos los amigos salimos para jugar y otros nos fuimos a ver una película. Lo bueno es que Gina se animó a ir y nos divertido juntos. Lo único que me ha dejado los nervioso de punta es que no le he dicho a Gina lo que ocurrió el jueves. Estuve mirando a Ema todo el día viernes, el corazón me late cada vez que la veo. Mierda, cuando leo esto, me siento como un idiota infiel.  
 
Lo que ocurrió el viernes fue estuvo extraño. Primero, cuando subí a la movilidad, miré a Gina, me sonrió y saludó muy dulcemente. Me quedé muy nervioso, porque ella me hizo una pregunta genérica que mal interpreté: "¿Qué hiciste ayer, la pasaste bien?. Me mentalicé en responder bien, dado que ella no sabía nada del día anterior. Cuando Crístofer subió al carro, me quedé muy asustado. Por su parte, él tan solo me miró. Esa mirada me hizo sentir culpable y, a su vez, la culpa me hizo reír. Mientras me reía, Crístofer me miró con suspicacia y me preguntó muy tranquilamente:  "¿Por qué te ríes... Te ocurrió algo bueno?".
 
De un momento a otro, la risa se me fue y Gina me miró intrigada, pues pensó que el día anterior hice algo ridículo o vergonzoso. Llegando al colegio, me fui embalado a mi salón por miedo de que Gina me preguntara algo más, ya que solo le conté sobre la tarea que no hice. Cuando llegué a mi salón, me senté en mi lugar y dejé que mi cabeza se golpeara contra la mesa. Unos momentos después, cuando estaba tratando de relajarme, Ema y Rita se acercaron a mi sitio. Rita, con su bella sonrisa, me preguntó muy feliz: "¿Pasa algo?... ¿Dormiste bien?" - De casualidad, miré a Ema que me estaba sonriendo. Muy rápido, me agaché para que no me vean sonrojado y nervioso. Le contesté que no había podido dormir bien por una película que había visto. Muy burlona, Rita contestó: "Luchito, si sabes que a ti te dan miedo esas cosas , ¿por qué las ves?" - Levanté la cabeza para darle la razón, pero mis ojos, como si fueran imanes, iban hacia Ema y miré cómo se reía. Por suerte, iniciaron las clases.
 
Cuando sonó la campana del recreo, le pedí a Gina que fuéramos a la azotea, porque quería conversar con ella en privado. Cuando estábamos arriba, pensé en decirle, para que no sea Crístofer quien le cuente; pero, no estoy seguro cómo es que la conversación se fue a lo bonitas que eran Rita y Ema. Después, aunque hayamos estado sentados, se puso muy cariñosa y me abrazó para que la cargara en mis piernas. Cuando llegó el segundo recreo, Crístofer nos preguntó a todos si podíamos salir este sábado. Gina y yo aceptamos. Lo único que le preocupaba a mi cerebro era Ema, porque también iba a ir. 
 
No quiero explicar mucho de esto, me da vergüenza mi comportamiento... Cuando estaba caminando de la mano con Gina, por alguna razón me gustaba ver sonreír a Ema. Cuando todos estábamos comiendo y conversando, miré los labios de Ema y sentía muchas ganas de gritar, pero me apegaba más a Gina para dejar mi mente en blanco. Finalmente, cuando todos nos despedimos, me fui a dejar a Gina en su casa. En la puerta de su casa, ella me dijo muy feliz: " Estás muy alegre y cariñoso últimamente... (tocó mi frente) ¿Te sientes bien? JAJAJA" - Entre nervioso y alegre le dije: "No sé a que te refieres (la besé en la frente). Bueno ya me voy, no te olvides que mañana en la tarde visitamos a tu papá... Hasta mañana.". 
 
Al llegar a mi casa, me eché en mi cama y sonó mi celular. Vi que era Crístofer. Tomé aire y contesté. Si muchas vueltas al asunto me preguntó directamente: "Hola... Lucho. ¿Ya le dijiste a Gina?" - Me puse nervioso y le pregunté sobre qué. Me respondió que no me hiciera el estúpido, porque él nos había visto el jueves... Le expliqué todo lo que ocurrió. Sin embargo, me dijo que, aunque así hayan sido las cosas, le tenía que explicar a Gina lo ocurrido.  
 
Hoy me fui a la casa de Gina para visitar a su papá. Cuando llegué, su mamá abrió la puerta y con alegría me dijo algo como: "¿Qué tal, Luis? Pasa, Gina me dijo que vendrías para visitar a su papá. Está en su habitación, despiértala que se a quedado dormida...¿Si?" - Entré en su habitación, la desperté y le dije que se cambiara para irnos. Se cambió bastante rápido, se despidió de su mamá y nos fuimos caminando hasta el hospital, ya que está  relativamente cerca. Al llegar, sentía esa sensación de incomodidad de hospital, pero nos fuimos a la habitación de su papá sin mirar mucho a los alrededores. Ahí, ambos se saludaron muy felices, porque Gina no había ido hace unos días. Empezamos a conversar los tres, hasta que se hizo de noche y su papá me pidió que la dejara en su casa. Lo importante vino a continuación, pues, antes de que yo salga, me dijo que quería conversar conmigo. Le dijo a Gina que esperara afuera y me pidió que cerrara la puerta.
   
El señor me empezó diciendo algo como: "Luis... Discúlpame por decir esas cosas de ti. Sé que fue hace un tiempo, pero, de todas maneras... ¿Me podrás disculpar?" - Le dije que no se preocupara, porque solo eran palabras y que ya habían quedado en el pasado. El señor me sonrió y me dijo: "Sabes, no creí que algo así me ocurriría... (guardó un momento de silencio) Quiero pedirte un favor. Cuida de Gina, por favor, ya que no sé si me voy mañana, tal vez pasado, aún no lo sé." - Le pedí que no hablara de esa forma, ya que tenía toda una vida por delante. El señor, con la dificultad de su enfermedad, se rio, me pidió que lo prometa (lo prometí) y me dijo que era un buen muchacho. Conversamos un ratito más y luego me despedí para irme. Cuando salí, Gina me preguntó qué me había dicho. Le respondí que era un secreto, le cogí la mano y nos fuimos a dar un paseo. Admito que, a pesar de que no conozca mucho a su papá, me conmovió un poco verlo de esa manera y lo que me ha pedido. Espero que mejore, aunque su voz sonaba muy desgarrada.

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